INICIO DEL CULTIVO DE TRIGO EN LA ARGENTINA
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En Argentina, las primeras semillas fueron sembradas en el primer establecimiento español, conocido con el nombre de Sancti Spiritu, fundado por Sebastián Gaboto el 9 de junio de 1527, en la confluencia de los ríos Carcarañá y Coronda, dentro del actual departamento de San Jerónimo de la Provincia de Santa Fe.

Agrega la documentación histórica que fueron sembrados 52 semillas en septiembre, de los que se cosecharon los primeros granos en diciembre. Se sugiere que el trigo sembrado puede haber sido candeal y que hay razones fundadas para suponer que la siguiente de las siembras iniciales de 1527 a 1529 fue propagada posteriormente por los cultivadores indígenas, existiendo constancia documental que 10 años después de la partida a España de Sebastián Gaboto, ya se conocía en el Río de La Plata la época oportuna para la siembra de trigo y hortalizas, lo que prueba que en el decenio 1530-1540 se continuaron estos cultivos. El primer molino harinero se estableció en Córdoba en el año 1580.

La expansión del cultivo de trigo en la Argentina comienza a partir de 1850 y no sólo produjo una profunda transformación en el agro argentino, sino que más precisamente, fue el fundador de la agricultura extensiva en Argentina. Su desarrollo no sólo está íntimamente ligado a las importantes transformaciones económicas que produjera, sino que también, y de la mano del inmigrante europeo, cambió radicalmente la estructura social y cultural de nuestro pueblo.

El censo de población realizado en 1869 mostró, que sobre una población de 1.800.000 habitantes, 200.000 habían nacido en el extranjero. En 1895, casi una cuarta parte de de los 4.000.000 de habitantes eran inmigrantes y para 1914, más de 2.300.000 habitantes de los 8.000.000 millones totales habían nacido en el exterior.(Cuadro 1)

Los primeros intentos de colonización oficial o semioficial comienzan entre 1850 y 1860. Varios empresarios firmaron contratos de colonización con los gobiernos de Corrientes, Entre Ríos y especialmente con Santa Fe, aunque cabe destacar que en los primeros momentos la colonización fue relegada a zonas marginales. A pesar de los enormes inconvenientes que surgieron, como consecuencia de la falta de organización y los graves problemas que debieron enfrentar los colonos,
5 algunas colonias sobrevivieron y dieron lugar a que la iniciativa privada fuera la encargada de contratar colonos en Europa. En efecto, algunas empresas compraban grandes extensiones de tierra, que luego era subdividida en lotes de 30 hectáreas y entregadas con créditos a largo plazo a los inmigrantes europeos, que veían la posibilidad de cumplir con un sueño que en su país de origen era imposible, como era acceder a la propiedad de la tierra.

El cultivo comienza a expandirse y en 1878, las exportaciones de trigo superan por primera vez a las importaciones y a partir de 1899 Argentina se transforma en un exportador neto. Tres factores se unen para permitir esta notable expansión: por un lado, sucesivas campañas con condiciones climáticas muy favorables para el desarrollo de los cultivos. En segundo lugar, los altos precios
recibidos por los productores al comenzar una etapa de sustitución de importaciones y finalmente, un importante aumento en el consumo interno, ya que la mayor cantidad de inmigrantes se asienta en las ciudades costeras y termina imponiendo en el resto de la población el gusto europeo por el consumo de pan. (Cuadro 2)

Pocos años después, en 1908, la cifra exportada alcanza las 3,6 millones de toneladas, dato que adquiere gran relevancia si se piensa que en ese momento, gran parte de la producción se comercializaba embolsada y debía ser transportada desde las zonas de cultivo a los puertos de embarque, en un país de amplia geografía en el cual las áreas de producción se encuentran muy alejadas de las terminales de embarque.

La cifra mencionada implicó en ese momento, que el trigo explicara el 36,5% de las exportaciones totales argentinas.( Cuadro 3) La última década del siglo XIX marca el inicio del desplazamiento del cultivo de trigo hacia el sur, desde las colonias de Santa Fe a las fértiles tierras pastoriles de Buenos Aires. La conjunción de varios factores determinaron este movimiento. La caída en los precios internacionales del trigo determinó que dado los altos costos de cosecha por la mano de obra necesaria para realizarla, fuera necesario obtener rendimientos más altos por hectárea como para mantener una adecuada rentabilidad. Las tierras en Santa Fe habían sido explotadas por los colonos sin conocimiento alguno de las prácticas agrícolas y si bien no estaban agotadas, no podían competir con las tierras vírgenes que ofrecían las zonas pastoriles. Entre 1895 y 1897, langostas y heladas durante el período de crecimiento y fuertes lluvias a la cosecha, disminuyeron drásticamente la producción en Santa Fe y Entre Ríos. De 1.200.000 toneladas cosechadas en Santa Fe en 1894, sólo 300.000 toneladas se recolectan en 1897.

De una agricultura protagonizada por los colonos, comienza una nueva etapa en la que los principales protagonistas son los arrendatarios, al tiempo que la producción de trigo comienza a desplazarse hacia el sur. La superficie sembrada con trigo en la Provincia de Buenos Aires comienza a aumentar rápidamente. De 320.000 hectáreas en 1891, el área sembrada aumentó a 400.000 has en 1895 y a 800.000 en 1900. (Cuadro 4)

Al año siguiente, la cosecha en Buenos Aires supera por primera vez a la de Santa Fe. La rápida expansión de las líneas férreas brinda sostén a esta tendencia y el trigo comienza a extenderse en centenares de campos a lo largo del Ferrocarril Sur a Bahía Blanca. El crecimiento y la evolución del cultivo de trigo en la Argentina entonces, representa mucho más que un fenómeno agronómico y económico. Está indisolublemente unido al nacimiento de la Nación y al surgimiento de una nueva social y cultural, que a pesar del tiempo transcurrido y las lógicas de alguna manera persiste hasta nuestros días.