El mercado de la UE es un mercado consolidado, de 450 millones de consumidores, con un alto poder adquisitivo en términos medios, cuyo PBI per cápita ronda los 35.000 dólares.
Esto se refleja en las altas exigencias del consumidor europeo, en temas de calidad, sanitarios, inocuidad, y sostenibilidad ambiental y social (conciencia muy fuerte, principalmente en generaciones jóvenes, en temas medioambientales y de bienestar animal). Está fuertemente arraigado y formalizado en la legislación de la UE el “principio precautorio” (consecuencia de crisis sanitarias), lo que hace a la complejidad de este mercado.
Si bien es un “mercado único” (en cuanto a que no existen fronteras ni controles entre los distintos Estados Miembros de la UE) y tiene una legislación armonizada al respecto, existe una diversidad de realidades, necesidades e intereses entre los 27 Estados Miembros, lo que lleva a una gran heterogeneidad de posiciones cuando se discuten las políticas o marcos regulatorios, y a una amplia diversidad de formas en que los países aplican, a través de sus respectivas Autoridades Competentes con responsabilidades específicas según el tema, la normativa armonizada de la Unión Europea.
El tamaño del mercado de la UE es muy relevante: participa en el 16% del comercio global y es uno de los mayores jugadores globales en relación al comercio de productos agroalimentarios, con una balanza comercial positiva en este sector. En 2023 la UE importó agroalimentos por 182 mil millones de Euros y exportó por 228 mil millones (46 mil millones de Euros excedentarios).
El perfil de las importaciones de productos agroalimentarios de la UE es muy “primarizado”, concentrándose mayoritariamente en materias primas como cacao, café, porotos, harinas y aceites vegetales, productos pesqueros, entre otros, destinados a ser procesados por la industria agroalimentaria europea. Sus principales exportaciones, en tanto, son productos alimenticios procesados con alto valor agregado a mercados exigentes, siendo los principales el Reino Unido (a partir del BREXIT), Estados Unidos, China, Suiza y Japón, entre otros.
Como bloque, la UE es el principal destino de las exportaciones agroindustriales de Argentina (14% de nuestras exportaciones). En 2023 la Argentina ocupó el 7° lugar como proveedor de agroalimentos a la UE, detrás de Brasil, Reino Unido, Ucrania, EEUU, Noruega y China.
La estructura arancelaria de importación de la UE muestra progresividad y escalonamiento para los productos semielaborados y los elaborados, y una progresividad inversa entre las materias primas, lo que implica que a mayor valor agregado, mayor es el arancel aplicado para su importación en la UE. Asimismo la estructura arancelaria de la UE está compuesta de distintos elementos o tipos de derechos aplicados: Ad Valorem, Específicos, contenido de azúcar, precios de entrada, etc.
La UE tiene Acuerdos de Libre Comercio y/o Acuerdos de Asociación Integral con la mayoría de los países, varios ya en vigor y otros en proceso de adopción o ratificación (tal el caso del Acuerdo UE-MERCOSUR).
El desafío para nuestras exportaciones a la UE es lograr una mayor diversificación con productos de mayor valor agregado, ya que el 75% de nuestras exportaciones a UE se concentran en el complejo soja, maní, carne bovina y productos de la pesca. Esto reviste gran importancia para productos de economías regionales, las cuales están en desventaja competitiva en relación a otros países competidores que tienen acuerdos con la UE.
La política comercial de la UE ha incorporado y condicionado cada vez más otros objetivos (no comerciales) relacionados con el “desarrollo sustentable” (aspectos medioambientales, de derechos humanos y laborales) debido a presiones y demandas de ONG ambientalistas y de bienestar animal, el consumidor europeo y los partidos verdes.
Este concepto ya fue internalizado en el Tratado de Lisboa de la UE, en el cual se formalizó legalmente el compromiso de la UE con el desarrollo sostenible como objetivo político. Este enfoque fue reforzado por la UE en el marco de los Objetivos del Desarrollo Sostenible, el Acuerdo de París y el Convenio sobre la Diversidad Biológica. Esto se materializa con el Pacto Verde Europeo y las estrategias “De la Granja a la Mesa” y de “Biodiversidad”.
En este marco la UE es muy activa con su “diplomacia verde”, tratando de condicionar la forma de producir de los países que exportan a dicho mercado, e intentando trasladar sus políticas y enfoques. Esto lo hace tanto en el marco de sus Acuerdos de Libre Comercio o de Integración con sus socios comerciales, incorporando en ellos un Capítulo de “Comercio y Desarrollo Sustentable”, como así también a través de enfoques sistémicos horizontales estableciendo medidas autónomas o unilaterales que pueden convertirse en barreras paraarancelarias, pudiendo generar dificultades para nuestras exportaciones a la UE (mecanismo de ajuste al carbono en frontera, reglamento de cadenas libres de deforestación, menor uso de sustancias fitosanitarias con la disminución de los límites máximos de residuos por cuestiones medioambientales, y la limitación del uso de antimicrobianos, entre otras).